Como cuidadores full-time o free-lance, son figuras fundamentales de la infancia. Cómo conciliar las pautas de crianza y las necesidades de los abuelos de hoy.
Los abuelos de hoy andan en bicicleta, trabajan, hacen cursos y talleres, tienen cuenta de Facebook y mail, viajan, manejan, mantienen una vida activa y, en muchos casos, cuidan a los nietos mientras sus padres trabajan (ya sea porque quieren, para ayudar a los hijos, o porque no hay otra opción).
Porque cuando parecía que les tocaba el turno de descansar, vuelven al ruedo. ¿Tarea fácil? No tanto. Hay que saber cómo y dónde ubicarse para no perder el rol de mimadores y evitar roces familiares.
La doctora Edith Vega, coordinadora del equipo de niños y familias de Fundación Aigle (ONG que promueve la salud y la educación) dice que en estos casos es fundamental que las reglas que el niño deba cumplir cuando está a cargo de sus abuelos, sean iguales o al menos parecidas a las que establecen sus padres: “Esto evita malos entendidos, tensión y confusión tanto en los chicos como en los adultos”, comenta la especialista.
Por su parte, Ximena Ianantuoni, psicóloga especializada en crianza, comparte que el manejo de los criterios en estos casos dependerá de los pactos que se tengan con los hijos: “Hay que establecer pautas que dejen a todos conformes. Para algunos padres lo que su mamá o su papá consideran en cuanto al trato con sus nietos es palabra santa. Para otros, es necesario que se respeten sus ideas, y que a partir de ahí se establezca el lugar de cada uno”, explica Ianantuoni.
Y tener en cuenta, tal como asegura Marisa Russomando, psicóloga y directora de Espacio La Cigüeña (acompañamiento durante la maternidad y crianza de los hijos), que los abuelos -incluso los que están todo el día con los niños-, no tienen el mismo rol que los padres: “Ellos no deben educarlos, sino que deben amoldarse a las pautas que imponen los papás, que son las que marcan el rumbo de los chicos”, comenta Russomando.
Diferentes estilos
Las recetas pueden ser muchas, pero a veces no es fácil llevarlas a cabo y se generan conflictos: “Para los abuelos, acompañar el crecimiento de los nietos es una bendición (y para los padres una tranquilidad). Pero no recomiendo que sea a tiempo completo. Los abuelos también necesitan estar con amigos, desarrollar sus intereses y divertirse para que la vejez se extienda con calidad”, destaca la psicóloga Elia Toppelberg, autora del libro “Mi madre envejece. ¿Qué hago?”.
Si lo vamos a comparar con el mercado laboral, podríamos decir que están los abuelos full time, que cuidan a sus nietos todo el día de lunes a viernes, abuelos part-time, que tienen días y horarios fijados, y “freelance”, que los visitan o disfrutan según van arreglando con los padres.
“Así como muchos abuelos deciden dedicar sus días al cuidado de los nietos, otros no pueden porque siguen con su vida laboral. Y están quienes aun pudiendo hacerlo no quieren porque disfrutan de sus cosas y actividades. Son abuelos que eligen acompañar el crecimiento y desarrollo de la familia, sin tener que renunciar a sus tiempos”, detalla Toppelberg.
Pero es cierto que hay abuelos que no quieren tener espacios libres, que no sienten que cuidar de sus nietos sea un agobio, y esta tarea los hace sentirse plenos: “Cada familia tiene necesidades e intereses diferentes. Es importante valorar la diferencia de estilos, no necesariamente uno es mejor que el otro”, explica Vega.
Evitar conflictos
La doctora Graciela Zarebski, Directora Especialización y Maestría en Psicogerontología (Universidad Maimónides), explica que para que la abuelidad sea reconocida y lograda como función, es necesario que quien ocupa ese lugar haya podido realizar la operación simbólica de situarse como padre o madre de un padre o madre. Es decir, que haya podido hacer lugar a que se reproduzca en su hijo o hija la función paterna o materna, ubicándose como un eslabón más en la cadena generacional.
Si esto no se logra, aparecen las diferencias: “Hay abuelos a los que les cuesta respetar el papel que sus hijos realizan como papás y quieren imponer sus propias ideas; pretenden ejercer como padres en vez de abuelos. Por eso es tan importante que los padres pongan en claro cuáles son las pautas de crianza con las que quieren manejar”, dice la licenciada María Paula Gerardi, psicóloga de niños y adolescentes.
Para el licenciado Miguel Espeche, psicólogo y autor del libro «Criar sin miedo” (Editorial Aguilar), si los abuelos no pretenden competir con los padres y son un reaseguro del afecto familiar, su ayuda es fantástica: “Lo ideal serían abuelos buena onda que no saboteen la educación de los hijos. Y que los de las dos familias se lleven bien entre ellos y roten un poco en la ayuda con los nietos, para tener más oxígeno”, detalla Espeche.
Otra opción que da Vega es alternar con otros cuidadores para evitar el cansancio, la sobrecarga y el sentimiento de completa responsabilidad. De este modo, se puede transmitir que los abuelos no son la única opción para el cuidado de los niños y darles libertad en caso de no querer o poder realizarlo.
Tiempos modernos
Lo escuchamos una y mil veces: “Los abuelos no tienen que educar a los nietos (ya educaron a sus hijos)”. Estas palabras resuenan en muchos hogares, y evitan que se confundan los caminos. Los abuelos están para jugar, consentir, divertirse con sus nietos y dar una mano a los padres, cuando así lo necesiten.
Y si todo esto se desarrolla armoniosamente, es sumamente positivo: “El hecho de que los abuelos estén cerca de sus nietos, hace que tengan un lugar más activo y participativo en su vida. Los nietos los ven más posibilitados, compartiendo más actividades y juegos. Los abuelos no son personajes tan lejanos y con realidades tan distintas, son personas que juegan al fútbol, los llevan a navegar, van al cine, los buscan en la escuela, y comparten historias familiares”, dice Ianantuoni.
Sin dudas, cuando estas relaciones se dan en un marco de armonía y respeto, todos salen ganando. Y este estilo vincular tan saludable es el que, sin dudas, beneficiará directamente a los nietos.
Fuente: Clarín